En el marco del juicio contra el guardia nazi Josef Schütz, quien sirvió durante casi tres años en el campo de concentración de Sachsenhausen, en Alemania, un sobreviviente del Holocausto brindó un desgarrador testimonio sobre esos años de terror.
Emil Farkas, de 92 años, viajó desde Israel hasta Alemania para asistir al juicio y enfrentarse al ex guardia de campo, quien está siendo juzgado por ser corresponsable del asesinato de 3.518 prisioneros judíos.
Después de relatar detalles de sus experiencias en tres campos de concentración, Emil se dirigió directamente al acusado. “Estoy seguro de que me habrás visto muchas veces corriendo con el ‘Comando del Calzado’. Hoy vine a Brandemburgo a verte. Y, por lo tanto, quiero preguntarte: al final de tu centésimo año, ¿tu oscuro secreto vale tanto para ti que no puedes disculparte por tu contribución a mi sufrimiento? ¿No es hora de que seas valiente?”.
“¡Usted, Sr. Schütz, se convirtió en un adulto y vivió 100 veces más que Erika! Me ha visto y oído en la zona de paso de lista y en la pista de pruebas. Sea valiente, al menos ahora, y pida perdón”, expresó.
Biografía
Emil nació en febrero de 1929 en la ciudad de Zilina, en la ex Checoslovaquia, hoy Eslovaquia, en una familia judía ortodoxa de clase media. Era el menor de cinco hermanos: cuatro hombres y una mujer casada, madre de una niña de un año llamada Erika.
Fue enviado a dos campos de concentración eslovacos: primero a Novacky, y luego a Sered. Posteriormente, a tres campos alemanes en los que las condiciones para los prisioneros eran mucho más duras.
En Sachsenhausen, en el año 1944, llevaba el número de tatuaje “119512″. Su madre, Matilda, le dijo entonces: “¡Aguanta! Sé fuerte, Emil”. “¡La gimnasia me salvó del infierno de la aniquilación!”, comentó Emil.
Torturas
Según contó durante el juicio, a menudo hacía ejercicio antes de que los guardias nazis pasaran lista a las 5 de la mañana. La precisión y destreza de Emil impresionó a los guardias de las SS, quienes pusieron en conocimiento del caso al comandante del campo.
Éste lo transfirió para trabajar en el “Comando de Prueba de Calzado”, que consistía en un grupo de presos políticos no judíos, cuya tarea era ablandar las nuevas botas militares nazis. Lo hacían marchando 30-40 kilómetros diarios desde las 5 de la mañana hasta las 5 de la tarde. Todos los días con un nuevo par de botas, mientras cantaban canciones militares nazis. La recompensa de semejante sacrificio físico era apenas un pedazo de pan extra. Pero esto ayudó a Emil a sobrevivir.
Fuente: Infobae.