Estados Unidos y China siguen siendo líderes en emisiones de gases de efecto invernadero. La puja entre ambos países para ver quién será la potencia dominante en la segunda mitad del siglo, también influye en el campo de batalla de esta guerra que se centra en el cambio climático.
Es por ello que la COP26 de Glasgow está colocando todas las luces sobre las dos potencias para que se definan si van a priorizar el interés común o continuarán poniendo por delante sus intereses particulares.
El líder chino Xi Jinping ya dio una señal muy clara y nada positiva. No sólo no viajó a Escocia –es cierto que no salió de su país desde el comienzo de la pandemia- sino que a última hora, cuando todo estaba preparado para que hablara a la Convención por videollamada, decidió enviar un magro comunicado escrito.
Joe Biden está en Glasgow. Llegó con su impronta de “campeón del medio ambiente” que mostró durante la campaña electoral e impuso en la Casa Blanca desde que derrotó al negacionista del cambio climático, Donald Trump. Pero fue con las manos vacías. Toda su política ambientalista está basada en dos legislaciones que tiene detenidas en el Senado de Washington por legisladores de su propio partido.
Lo que haga China a continuación es vital para el futuro de la humanidad. La administración Biden dice que China es el principal reto a largo plazo de su país y lo presiona en temas que van desde derechos humanos al intercambio comercial, pero busca un compromiso en materia de cambio climático.
Fuente: Agencia IP.