El Ministerio de Salud abordó algunos aspectos éticos de la donación y el trasplante de órganos.
En ese sentido, la cartera sanitaria recordó la importancia de mantener en el anonimato el nombre de la persona que ha sido donante y de los receptores.
Según explican los profesionales de la institución, la confidencialidad de los datos tiene el propósito de preservar la credibilidad y confianza pública en la actividad de procuración y trasplante.
En esa línea, alegan que la divulgación de datos personales atenta contra el espíritu de la donación de órganos, que es anónima, voluntaria, altruista y desinteresado, y se fundamenta tanto en el respeto a la intimidad como en la prevención de posibles daños a las personas involucradas (donante, familia del donante, receptor y familia del receptor).
Desde la familia del donante
Para quien ha perdido un ser querido, el inicio del proceso de duelo es determinante. En algunos casos, la donación y el trasplante pueden generar fantasías en relación con la prolongación de la vida del donante en el receptor.
Es por ello que difundir, facilitar y alentar la relación con los receptores puede interferir en el duelo y generar vínculos basados en la negación de la muerte.
Desde el trasplantado y su familia:
En el proceso de asimilación del órgano recibido, podrían surgir sentimientos de culpa por la muerte del donante y fantasías ligadas a la identidad del donante. Estos sentimientos pueden traer aparejada la sensación de “deuda” y de angustia por no saber cómo compensar a la familia del donante.
Por todo esto, aunque se tengan los datos, no se debería difundir la identidad de donantes y receptores.
Cabe resaltar que la difusión por los medios de casos de pacientes en lista de espera no tiene relación con la obtención de los órganos. En todos los casos, el sistema sanitario trabaja permanentemente en la procuración de los órganos.
Por último, entre las recomendaciones para los medios al presentar una noticia sobre donación y trasplante resulta fundamental que cada situación sea incluida en su contexto. El trasplante es una práctica cotidiana y es posible por el trabajo del sistema de salud en su conjunto. Miles de personas reciben un trasplante cada año; otras miles lo esperan.
Los casos abordados no deben presentarse en forma aislada: hay muchas otras personas que están atravesando situaciones similares. En este sentido, resulta clave analizar también el impacto o la repercusión que puede tener el enfoque de una noticia tanto en la comunidad en general como en quienes se encuentran directamente afectados: las más de 300 personas que esperan un trasplante de órganos y tejidos.