El religioso era una de las figuras más respetables en los suburbios, como el Bañado Sur, pero al mismo tiempo una persona muy querida por las familias del barrio, donde trabajó desde que llegó a Paraguay.
Aunque nació en Sevilla en 1928, Oliva había dicho que «volvió a nacer» en 1964 cuando pisó tierra guaraní por primera vez.
El padre sufrió la persecución del stronismo y fue exiliado en 1969, pero volvió al país en el año 1994. El mismo fue reconocido luchar de los derechos humanos, con un férreo compromiso con los más pobres.
El pa’i Oliva residía en el Bañado Sur, uno de los barrios más pobres de la capital, desde donde luchó para brindar una mejor vida a los lugareños, quienes le respetaban y tenían un gran cariño hacia su persona.
El religioso español predicaba en varias capillas de la zona, mantenía una escuela de formación secundaria, una radio comunitaria y un comedor para personas con discapacidad.
Además, fundó una cooperativa para madres solteras que trabajan en una peluquería y un restaurante en el barrio.
