Estas amigas se conocieron a través de los negocios. Evelyn era una habitual cliente del taller de alta costura de Alma, “Anima”, y entre idas y venidas, no solo se hicieron amigas, sino también socias en un nuevo emprendimiento.
Alma Ayala inició con su negocio hace 5 años con un pequeño taller de costura en su casa y, asimismo, Evelyn Verón también tenía su local de lencería, “Pasionaria”. Al darse cuenta de la afinidad entre ellas y que ambas trabajaban en algo similar, surgió la idea de innovar juntas.
“Primero yo iba a lo de Alma para acontecimientos sociales. Tenía bodas y Alma me hacía los vestidos. Pero después surgió la idea de que yo empiece a innovar con batas y piyamas para novias, así le consulté a Alma si me podía hacer, y tres idas a su casa bastaron para empezar a funcionar juntas”, contó Evelyn.
Y ese fue el comienzo de una estrecha amistad y su emprendimiento. Con la llegada de la cuarentena, las chicas tuvieron que cerrar el local por la imposibilidad de recibir clientes, lo que, al mismo tiempo, significó no poder cubrir los gastos del lugar.
“La cuarentena nos afectó en la primera parte, tuvimos que guardar todo en cajas. Fue bastante doloroso porque se quedó vacía la tienda”, dijo Alma.
Más adelante, gracias a que se reinventaron con una línea de tapabocas, con mucho entusiasmo pudieron reabrir el local en la fase 3, pero, la alegría no duró mucho luego de encontrarse con su tienda completamente vacía a los tres días de haber abierto de nuevo. Habían sido víctimas de un robo.
Las chicas lamentaron que, luego de todo lo que pasaron para sobrellevar la pandemia, de todo su esfuerzo para iniciar el emprendimiento, hayan sufrido esa terrible situación que significó una gran pérdida de todo su trabajo.
Sin embargo, Evelyn y Alma no se rindieron. El dúo recibió ayuda de sus fieles clientes, quienes se enteraron de lo que había pasado, y dieron una mano para que las amigas puedan recuperarse.
“Nos quedamos gratamente sorprendidas. Había sido el buen trato que le das a tu cliente marca la diferencia”, dijo Evelyn, y Alma agregó: “Después te dan la mano, están contigo apoyándote en todo sentido”.
Con la ayuda de sus familias, amigos y clientes que colaboraron con ellas, pudieron empezar de cero, y ahora, Alma y Evelyn volvieron a reinventarse con una línea de ropas casual, ya que consideraron que, con el contexto en el que nos encontramos, dedicarse solo a vestidos y novias sería algo difícil.
“Siendo consciente de la situación mundial, estoy con el tema de los barbijos y también una mini colección de cosas casuales, que sean cómodas, que se puedan usar todo el tiempo. Es cuestión de ponerse la camiseta”, dijo Alma.
Finalmente, las chicas destacaron la buena relación que tienen y que gracias a eso pudieron levantarse las veces que fueron necesarias, logrando manejar, de forma amena, la amistad y el negocio.