Después de la intervención y el clamor mundial de 200 científicos que publicaron una carta abierta a la Organización Mundial de la Salud (OMS) el 6 de julio del año pasado advirtiendo sobre la transmisión en el aire de COVID-19 a través de aerosoles e instando a la organización a reconocer esos riesgos, mucho se ha avanzado para caracterizar al coronavirus como un virus respiratorio principalmente, afirma Infobae.
Si bien puede permanecer varias horas sobre una superficie determinada, no constituye un riesgo probado de contagio el tocarlo, a menos que luego uno se lleve la mano a la boca, nariz o los ojos.
Cuando una persona habla, tose, estornuda, se ríe o incluso respira, expulsa de su boca y nariz pequeñas gotas respiratorias al aire circundante llamadas aerosoles. La más pequeña de estas gotitas puede flotar durante horas en el aire según la evidencia científica es responsable de la expansión de la pandemia por COVID-19.
Un nuevo estudio dirigido por la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Maryland, en Estados Unidos, demostró que las personas infectadas con el virus que causa el COVID-19 exhalan virus infecciosos en su aliento, y que las personas infectadas con la variante Alfa (la cepa dominante que circulaba en el momento en que se inició este estudio) ponen entre 43 y 100 veces más virus en el aire que las personas infectadas con las cepas originales.
Incluso, los investigadores también descubrieron que las telas holgadas y las mascarillas quirúrgicas reducían la cantidad de virus que entraba en el aire alrededor de las personas infectadas en aproximadamente la mitad, según publican en la revista Clinical Infectious Diseases.