Cada 16 de agosto se conmemora en Paraguay el día de los niños y niñas, en homenaje a los que fueron llevados a la batalla de Acosta Ñu. En ese sentido, la ministra Martínez señaló que este no debe ser un día festivo, sino uno para conmemorar, reflexionar y no olvidar la historia de estos niños. “Nosotros les llamamos héroes, pero ellos no fueron voluntariamente a luchar, fueron puestos ahí como una última barrera y fueron inmolados”, sostuvo.
Sobre los festejos y homenajes a los niños del país, la ministra señaló que, en vista de la coyuntura global en la que no es recomendable realizar reuniones sociales, buscan abrir un espacio reflexivo sobre la gran deuda con la niñez y adolescencia paraguaya, de modo a instalar el sistema de protección de los mismos.
La ministra resaltó que uno de los puntos más importantes en las acciones para proteger a los niños, niñas y adolescentes, que llevan a cabo desde el Ministerio de la Niñez y la Adolescencia (MINNA), son los casos de abuso y embarazo infantil y adolescente, alegando que estos se convierten en vidas truncadas, pues el 32% de los abusos terminan en embarazo.
“Toda niña embarazada es una niña abusada, está penado por ley el contacto sexual de un adulto con una niña o adolescente. Tenemos que insistir en la educación en ese sentido. Ningún embarazo adolescente es consentido. Ellas muchas veces ni siquiera tienen la información para tener un primer contacto sexual responsable”, indicó la ministra, refiriendo sobre la campaña Ñañangareko que tiene el fin de evitar embarazos en niñas y adolescentes.
Sobre el punto, indicó que es importante instalar un sistema de educación sexual integral (ESI), argumentando que está demostrado en estudios, que cuanta más información tienen, más tarde inician la vida sexual los niños, niñas y adolescentes.
“No tiene nada que ver con el aborto, ni tiene nada que ver con la ideología de género, pero sí tiene que ver con derechos. Los niños tienen derecho a acceder a una educación sexual integral y la escuela es el espacio por excelencia porque hay una exigencia metódica prolongada en el tiempo que acompaña la evolución de los niños, eso es lo que estamos proponiendo desde el MINNA porque es un reclamo de los propios niños”, insistió.
Agregó que en un proceso de educación sexual integral se puede trabajar con los niños para que cuando lleguen a la adolescencia y adultez, tengan incorporado como valor que no pueden tener contacto con niños niñas y adolescentes; “Eso es lo que acá no se enseña y por eso es que los adultos someten a niños como si fuesen objetos de su propiedad para su placer, necesitamos erradicar eso definitivamente, es una aberración”, dijo la ministra Martínez.
Sobre las estadísticas, detalló que durante la pandemia han aumentado exponencialmente los casos de abuso y maltrato infantil debido al encierro, que significó mayor violencia y abuso hacia los niños. En contrapartida, también se dio un fenómeno “positivo”, pues alegó que la campaña #TodosSomosRespondables está obteniendo resultados de manera paulatina, observando que últimamente se reciben más denuncias de vecinos. “Esto quiere decir que la gente ya mira como algo en lo que tiene que intervenir”, concluyó.
Preocupantes cifras de la niñez y adolescencia en Paraguay
Datos del MINNA revelan que las zonas con mayor índice de abuso sexual infantil y adolescente son Asunción, Central, Caaguazú y Alto Paraná, según la georreferenciación y los números brindados por el Ministerio Público.
De enero a junio de este año se registraron 233 casos de embarazos en menores de 10 a 14 años, mientras que 6.148 casos se dieron en adolescentes de 15 a 19 años, y un 85% de los abusos sexuales en niños se dan en entornos familiares.
Además, en promedio, cada una hora dos adolescentes entre 15 y 19 años dan a luz en Paraguay, y 4 de cada 10 niñas entre 10 y 14 años dicen estar en pareja al momento del parto. Asimismo, 2 de cada 10 adolescentes entre 15 y 19 años tienen dos o más hijos.
En la clasificación socioeconómica, 4.8% de la población más pobre del país ha tenido un hijo antes de los 15 años, así como el 9.7% de la población indígena se encuentra en la misma situación, mientras que un 0% de la población de clase alta presenta esta característica, según información del MINNA.
